Raíces: Rafael Sanz Lobato y Cristina García Rodero

Durante estas semanas de verano, tenemos la oportunidad de visitar en Madrid la exposición del fotógrafo Rafael Sanz Lobato (1932), en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, hasta el 8 de Septiembre. Una muestra que nos permite conocer en profundidad la obra del Premio Nacional de Fotografía en 2011, en un recorrido apasionante por más de 40 años de trabajo. Sanz Lobato, a diferencia de otros compañeros de generación, más cosmopolitas, volcó su mirada al mundo rural y las tradiciones más arraigadas, como los “Bercianos de Aliste”, “La caballada de Atienza”, o la “A rapa das bestas”, entre otras series, que realizó principalmente durante los años 60 y 70.

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© Rafael Sanz Lobato

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© Rafael Sanz Lobato

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© Rafael Sanz Lobato

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© Rafael Sanz Lobato

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© Rafael Sanz Lobato

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© Rafael Sanz Lobato

Ésta es la parte de su trabajo más conocido, ya que en la exposición podemos también ver series de retrato, paisajes, y naturalezas muertas. Y en esas imágenes nos vamos a detener para enlazarlo con una de sus “discípulas” más aventajadas, Cristina García Rodero (1949). Y es que la fotógrafa manchega siempre ha reconocido a Sanz Lobato como uno de sus maestros, y un impulsor para que comenzara allá por mediados de los años 70, esa maravillosa serie que llamó “España oculta”, y que retrata con minuciosidad tradiciones y fiestas populares por toda la geografía española.

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© Cristina García Rodero

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© Cristina García Rodero

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© Cristina García Rodero

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© Cristina García Rodero

El trabajo de García Rodero sobre estos temas es sin duda más extenso, y alcanza una globalidad que no tiene Sanz Lobato, pero en ambos vemos esa atracción por ritos que nacieron mucho antes que el tipo de sociedad que hoy los acoge, y que tienen características que nos hacen conectar con lo más profundo y visceral del ser humano. Un mundo que chocaba con el país más moderno que anhelaban muchos fotógrafos de esa generación, pero que para Sanz Lobato y García Rodero no suponía ninguna contradicción, ya que a través de sus imágenes traen a la contemporaneidad, nuestros orígenes, a los que de una u otra manera estamos enlazados. Y los dos realizan ese acercamiento con profundo respeto, con un realismo más austero en el caso de Sanz Lobato, pero con la aproximación de quien observa lo diferente, no con superioridad, sino con empatía, y hasta admiración personal.

Vamos a terminar este artículo, recordando y contraponiendo la obra de Rafael Sanz Lobato y Cristina García Rodero, a otro fotógrafo que también ha mirado a lo rural, con ojos antropológicos, pero con estéticas distintas, Cristóbal Hara (1946). El fotógrafo madrileño, uno de nuestros creadores más internacionales, y más desconocidos para el gran público, ha buscado lejos de la ciudad, una inspiración narrativa que no siempre encontraba en las grandes urbes, más uniformizadas y delimitadas culturalmente. Habiendo vivido en Filipinas, Estados Unidos y Alemania, y con una visión muy amplia de la fotografía y la vida, en los pueblos es donde ha conseguido situar su escenario más atractivo, con esos colores intensos, propios de este país, y retorciendo la composición para ir más allá del documento realista, e introducirse en lo personal, en una utilización de los elementos para construir una imagen y un discurso, donde todo lo que aparece en la instantánea es indispensable.

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© Cristóbal Hara

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© Cristóbal Hara

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© Cristóbal Hara

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© Cristóbal Hara

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© Cristóbal Hara

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