Archivos Mensuales: agosto 2013

Raíces: Aaron Siskind y Kerry Skarbakka

Aaron Siskind (1903-1991) es una de las más notables figuras de lo que podríamos denominar fotografía abstracta. Uno de esos creadores que se fijó en la capacidad de la fotografía para transformar la realidad, y mostrarnos detalles, texturas y objetos, bajo una nueva dimensión visual. Aunque en sus comienzos formó parte de la revolucionaria Photo League, con el tiempo se fue alejando hacia posiciones más artísticas y menos sociales. Dentro de las diferentes series que realizó, nos vamos a detener en su conocido trabajo  “Pleasures and Terrors of Levitation” (1953-1963). Una obra realizada en la orilla del lago Michigan, en Chicago, y donde Siskind inmortalizó a los saltadores que desafiando el miedo realizaban acrobáticas piruetas antes de sumergirse en el agua. Pero en las imágenes no tenemos ningún retazo del agua, y los nadadores son captados sobre un fondo gris y neutro, que nos recuerda el uniforme escenario de las series conceptuales de Bernd e Hilla Becher. Una vez más, Aaron Siskind extrae de la realidad aquello que le interesa, provocando la perplejidad del espectador, en esta abstracción del cuerpo humano, en torsiones y giros imposibles.

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Contemplando recientemente las fotografías de Siskind, vino a mi mente el trabajo, ampliamente difundido por internet, de Kerry Skarbakka. En la serie titulada “The Struggle to Right Oneself”, el fotógrafo norteamericano se autorretrata en situaciones de inestabilidad y caída. Si quitáramos el fondo que acompaña a las imágenes, muchas de las posiciones y posturas serían similares a las recogidas por Siskind. Aquí, la neutralidad se ha perdido, y la abstracción se esfuma con una estética más de instantánea, como si de momentos “trágicamente decisivos” se tratara. Skarbakka ideó esta serie como reflejo de la inestabilidad de la vida, partiendo del pensamiento del filósofo Martin Heidegger de la que existencia humana es una perpetua caída, siendo responsabilidad de cada individuo rescatarse de su propia incertidumbre.

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Intereses distintos, estéticas diferentes, pero un uso del cuerpo humano que en ambos casos nos deja un poso de conmoción y cierta angustia.

La frase fotográfica de los martes, por Harold Edgerton

«En muchos aspectos, los resultados inesperados son los que más han inspirado mi fotografía.»

Harold Edgerton.

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© Harold Edgerton

La frase fotográfica de los martes, por Rineke Dijkstra

«Yo no necesito saber nada de las personas a las que fotografío, pero es importante que yo reconozca algo de mi misma en ellos.»

Rineke Dijkstra.

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© Rineke Dijkstra

Oriol Maspons, la muerte de un fotógrafo

Oriol Maspons (Barcelona, 1928-2013) se nos fue esta semana, y con su muerte perdemos a uno más de aquella espléndida generación de fotógrafos españoles que se agruparon en torno a la revista de la AFAL (Agrupación Fotográfica Almeriense). Con la visión que le proporcionó vivir en París durante dos años, donde realizó sus primeros trabajos fotográficos, a su vuelta en 1957, conectó rápidamente con aquellos documentalistas que querían huir de antiguos encorsetamientos “de salón”, y querían salir a las calles para retratar la sociedad del momento, con un estilo directo, no exento del lirismo personal que cada uno pudiera aportar. Él quería una fotografía viva, que había conocido a través de Cartier Bresson o Doisneau, y enseguida se puso a luchar para que ese tipo de imágenes se abrieran paso, ya fuera desde la AFAL, o en lo que se denominó Nova Vanguardia, junto a Ramón Masats y Xavier Miserachs.

Hizo de la fotografía su profesión, dejando su trabajo en una empresa de seguros, para embarcarse en lo que sería su gran pasión, ya fuera por encargo, realizando numerosos reportajes publicados en revistas como Paris Match, o por iniciativa personal, como sus obras más artísticas y conocidas. Para él, todo era uno, y su perfeccionismo y entrega se notaba en cada imagen que realizó. En 1958, tres de sus fotografías fueron compradas por el Museo de Arte Moderno de Nueva York para su colección permanente. En 1961 creó un conocido estudio junto al fotógrafo Julio Ubiña; trabajó para Interviú a partir de 1975 realizando reportajes por medio mundo; retrató a los intelectuales de la época, siendo cronista y miembro de lo que se llamó “gauche divine”; ilustró fotolibros con textos de Camilo José Cela o Miguel Delibes…  Sorprendentemente, un fotógrafo pionero  y maestro de generaciones posteriores, se ha marchado sin que le fuera otorgado el Premio Nacional de Fotografía. Algo que sin duda desprestigia a este premio. Como decía su “discípula” y amiga, Colita, tras conocer su muerte, todo reconocimiento llega ya tarde. Podríamos añadir que, como tarde llega todo a la fotografía en este país.

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Todas las fotografías © Oriol Maspons

La frase fotográfica de los martes, por Manuel Álvarez Bravo

«El principal instrumento de un fotógrafo son sus ojos. Por extraño que parezca, muchos fotógrafos eligen usar los ojos de otro fotógrafo, sea del pasado o del presente, en vez de los suyos. Estos fotógrafos están ciegos.»

Manuel Álvarez Bravo.

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© Manuel Álvarez Bravo

Raíces: Rafael Sanz Lobato y Cristina García Rodero

Durante estas semanas de verano, tenemos la oportunidad de visitar en Madrid la exposición del fotógrafo Rafael Sanz Lobato (1932), en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, hasta el 8 de Septiembre. Una muestra que nos permite conocer en profundidad la obra del Premio Nacional de Fotografía en 2011, en un recorrido apasionante por más de 40 años de trabajo. Sanz Lobato, a diferencia de otros compañeros de generación, más cosmopolitas, volcó su mirada al mundo rural y las tradiciones más arraigadas, como los “Bercianos de Aliste”, “La caballada de Atienza”, o la “A rapa das bestas”, entre otras series, que realizó principalmente durante los años 60 y 70.

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© Rafael Sanz Lobato

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© Rafael Sanz Lobato

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© Rafael Sanz Lobato

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© Rafael Sanz Lobato

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© Rafael Sanz Lobato

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© Rafael Sanz Lobato

Ésta es la parte de su trabajo más conocido, ya que en la exposición podemos también ver series de retrato, paisajes, y naturalezas muertas. Y en esas imágenes nos vamos a detener para enlazarlo con una de sus “discípulas” más aventajadas, Cristina García Rodero (1949). Y es que la fotógrafa manchega siempre ha reconocido a Sanz Lobato como uno de sus maestros, y un impulsor para que comenzara allá por mediados de los años 70, esa maravillosa serie que llamó “España oculta”, y que retrata con minuciosidad tradiciones y fiestas populares por toda la geografía española.

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© Cristina García Rodero

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© Cristina García Rodero

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© Cristina García Rodero

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© Cristina García Rodero

El trabajo de García Rodero sobre estos temas es sin duda más extenso, y alcanza una globalidad que no tiene Sanz Lobato, pero en ambos vemos esa atracción por ritos que nacieron mucho antes que el tipo de sociedad que hoy los acoge, y que tienen características que nos hacen conectar con lo más profundo y visceral del ser humano. Un mundo que chocaba con el país más moderno que anhelaban muchos fotógrafos de esa generación, pero que para Sanz Lobato y García Rodero no suponía ninguna contradicción, ya que a través de sus imágenes traen a la contemporaneidad, nuestros orígenes, a los que de una u otra manera estamos enlazados. Y los dos realizan ese acercamiento con profundo respeto, con un realismo más austero en el caso de Sanz Lobato, pero con la aproximación de quien observa lo diferente, no con superioridad, sino con empatía, y hasta admiración personal.

Vamos a terminar este artículo, recordando y contraponiendo la obra de Rafael Sanz Lobato y Cristina García Rodero, a otro fotógrafo que también ha mirado a lo rural, con ojos antropológicos, pero con estéticas distintas, Cristóbal Hara (1946). El fotógrafo madrileño, uno de nuestros creadores más internacionales, y más desconocidos para el gran público, ha buscado lejos de la ciudad, una inspiración narrativa que no siempre encontraba en las grandes urbes, más uniformizadas y delimitadas culturalmente. Habiendo vivido en Filipinas, Estados Unidos y Alemania, y con una visión muy amplia de la fotografía y la vida, en los pueblos es donde ha conseguido situar su escenario más atractivo, con esos colores intensos, propios de este país, y retorciendo la composición para ir más allá del documento realista, e introducirse en lo personal, en una utilización de los elementos para construir una imagen y un discurso, donde todo lo que aparece en la instantánea es indispensable.

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© Cristóbal Hara

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© Cristóbal Hara

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© Cristóbal Hara

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© Cristóbal Hara

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© Cristóbal Hara

La frase fotográfica de los martes, por Édouard Boubat

«Vivir, experimentar el mundo, comunicar con una cámara, todo está interrelacionado y no puede ser separado de la vida diaria.»

Édouard Boubat.

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© Édouard Boubat